Bendito seas por siempre Señor,
Padre de Jesucristo nuestro Salvador.
El Padre siempre misericordioso,
lento a la cólera y rico en Amor.
Perdona Señor mi vanagloria,
aquella que todo lo sabía y todo lo podía sin Ti.
Aquella que me condujo al egoísmo,
a la avaricia, la pereza, la envidia, la gula, la ira,
y luego, a cualquier otra cosa.
Perdona Señor, si he pecado con mi lengua,
con mis acciones, o simplemente,
si me quedé viendo pasar junto a mi ventana,
la miseria de los demás...
Perdona si le negué el pan o el agua al hambriento,
la esperanza al vicioso,
la limosna al mendigo,
la mano al indigente.
Perdona si nunca visité a quien estuvo enfermo,
para recordarle que Tú le amaste siempre;
o bien a quien perdió su trabajo,
su casa, su familia, o sus amigos...
A aquel que terminó sus días condenado en la cárcel,
y ni siquiera fui capaz de levantar una plegaria por su alma...
Perdona Señor mis extravíos,
mis desdenes, mis caprichos...
¿Para qué me sirven los títulos y las cosas acumuladas?
Si hoy mismo tiro por la ventana
mi propia salvación...
Perdóname Señor...
Te lo pedimos Padre
en nombre de tu Hijo Jesucristo
quien contigo vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos
Amén, así sea, así es.